Durante el verano, Pedro estuvo trabajando duro en el observatorio.
Es el momento perfecto para mejorar las instalaciones por el hecho de las vacaciones, pero el peor en cuanto a temperatura. A pleno sol en verano, el observatorio se convierte en un horno de hormigón de paredes negras.
El resultado final es impresionante.
Comparemos con un par de imágenes como estaba antes y como ha quedado después del trabajo estival.
Cosas que se han hecho:
Tarima nueva que sustituye a los andamios provisionales que teníamos.
Estantería en un lateral que permite dejar instrumental cuando tenemos que estar ajustando el equipo a pié de montura.
Nuevo sistema sorprendentemente eficaz, para evitar la contaminación lumínica directa que llegaba de las farolas de la calle.
El sistema consiste en una serie de lanzas móviles que quedan ocultas dentro del observatorio cuando este está cerrado.
Una vez abierto el techo practicable, se elevan las lanzas y se fijan por la parte inferior con unos pasadores para tal fin.
Les llamamos lanzas puesto que la punta se utiliza para sujetar a través de unas anillas una red parasol negra de tela plástica. De esta forma se consigue atenuar completamente el haz de luz directo que llega desde las farolas de la calle y el reflejo que provocaban en la pared oeste del observatorio. Esta contaminación lumínica afectaba mucho al fondo de la imagen provocando un degradado artificial que los flats no podían eliminar, como es lógico.
Ya sólo queda la escalera fija.